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Miedo a conducir (amaxofobia)

La Amaxofobia o fobia a conducir se refiere a un miedo intenso o irracional ante la situación de estar conduciendo un vehículo (o ante la anticipación de esta situación temida).Según las estadísiticas el 28% de los/as conductores/as españoles/as siente ansiedad al volante.  Algunos/as se bloquean de tal forma que dejan de usar el coche (se habla del 19%).

La persona afectada es consciente de que el miedo es excesivo pero, habitualmente,  desconoce las estrategias para poder afrontar la ansiedad que le provoca la conducción o el hecho de pensar en ello.

La amaxofobia se trata de una fobia específica de carácter situacional que se produce antes y durante la conducción, y que puede afectar a otros niveles. No se trata únicamente de una desconfianza a la conducción propia, sino que puede estar motivada por el temor a los comportamientos de otros conductores/as.

La amaxofobia la sufren tanto hombres como mujeres, hasta ahora los estudios realizados indicaban que las mujeres en un porcentaje altamente mayoritario eran quienes lo sufrían, sin embargo, se ha confirmado que el 55% de quienes lo sufren son mujeres frente al 45% de hombres.  La conducción originalmente se ha identificado con el género masculino, es por ello, que a los hombres les cuesta más reconocer que tienen problemas de ansiedad o miedo a conducir.

Este trastorno afecta tanto a conductores con poca experiencia (menos de 2 años) como a conductores con experiencia.

Existen tres componentes que ayudan a definir la fobia a conducir:

Nivel cognitivo: la persona tiene pensamientos catastrofistas relacionados con sufrir un accidente, experimentar ansiedad, o  perder el control.

Nivel emocional o fisiológico: la persona experimenta ansiedad, inseguridad,  tensión muscular, rigidez, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, náuseas, diarrea, mareo, sensación de flojera en brazos o piernas, visión borrosa, etc.

Nivel conductual: la persona evita conducir o  conduce sólo si se dan algunas circunstancias específicas como pueden ser conducir acompañada, conducir sólo por algunas vías, llevar medicación, conducir a baja velocidad, hablar por teléfono para distraerse de los pensamientos negativos y tranquilizarse, etc.

La gravedad de la fobia a conducir varía en función de la incapacitación o dificultades que ocasiona y del grado de malestar experimentado. Hay personas que evitan la mayoría de las situaciones relacionadas con la conducción y hay otras que sólo muestran dificultad en algunas (conducir por autopista, pasar por un túnel, conducir sola, salir de su zona conocida o de seguridad).

El miedo a conducir puede  interferir significativamente en la vida de la persona afectada, causando consecuencias negativas como rechazar trabajos en los que se requiere conducir, depender de otra persona para desplazarse, no sacarse el carné de conducir, etc.

Este problema, en ocasiones, provoca en la persona que lo padece  un deterioro de su autoestima, llegándose a sentirse frustrado, incompetente, inferior.

 

Origen del problema

La fobia a conducir puede aparecer debido a uno o varios de los siguientes motivos:

Experiencia aversiva directa o indirecta: haber sufrido un accidente, que lo haya sufrido una persona allegada, o bien, haber presenciado un accidente de tráfico traumático.

Transmisión de la información: miedos inculcados por otras personas como los familiares, amigos, reportajes o noticias sobre los accidentes de tráfico.

Ansiedad elevada o crisis de ansiedad en el coche: experimentar ansiedad en el coche debido a algún factor que, originariamente, no tenía ninguna relación con la conducción -problemas laborales, familiares, económicos, etc- pueden propiciar el  desarrollo de una fobia a conducir y por tanto, asociar, a partir de ahí, la conducción con  ansiedad.

Factores predisponentes: aun viviendo alguna de las situaciones anteriores, hay personas que desarrollan la fobia a conducir y otras no. Dependerá de la existencia o no ciertos factores predisponentes  o de vulnerabilidad.

Tratamiento

A continuación se hace referencia a algunas estrategias que se pueden utilizar en un tratamiento psicológico de tipo cognitivo-conductual para superar la fobia a conducir, adaptándolas a cada caso en concreto.

Psicoeducación: dar información sobre la naturaleza de la ansiedad en general y la fobia a conducir, ofrecer una explicación sobre los síntomas de la ansiedad, los factores implicados en el origen, desarrollo y mantenimiento del problema.

Técnicas de desactivación fisiológica: la respiración abdominal o la relajación muscular progresiva están dirigidas a reducir las manifestaciones fisiológicas del miedo.

Técnicas cognitivas: regulación de pensamientos anticipatorios, atención auto-enfocada, abuso de la prevención, pensamientos negativos automáticos.

Identificación y neutralización de conductas contraproducentes: tomar conciencia y retirar algunas conductas a las que recurre el paciente con el objetivo de disminuir su malestar pero que, sin embargo,  contribuyen al mantenimiento y el empeoramiento del problema – por ejemplo, conducir acompañado sistemáticamente, ir hablando por teléfono para distraerse de los pensamientos negativos, tomar alcohol u otros productos-.

Exposición interoceptiva: dirigida a perder el miedo a los síntomas y regular el fenómeno llamado de “miedo al miedo”.

Exposición progresiva a las situaciones temidas: consiste en que la persona entre en contacto con la situación temida, de manera progresiva y guiada, para propiciar la extinción del miedo. Este procedimiento puede aplicarse de diferentes formas -virtual, en imaginación, en vivo- y combinarse con otros procedimientos, lo que daría lugar a diferentes técnicas específicas.

Afrontamiento de posibles fuentes activas de ansiedad que, directa o indirectamente, pudieran estar relacionadas con el origen o mantenimiento del miedo

Mejorar las habilidades de conducción, en caso necesario.

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