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Suicidio y Pandemia

Este Viernes se celebra el Día Mundial de la Prevención del Suicidio.

En la actualidad, después de años reclamándolo los y las profesionales que trabajamos  el área de salud mental, en Galicia tenemos un Plan de Prevención del Suicidio (puedes leer aquí las lineas estratégicas que se plantean).

Sin embargo, lo que se haya llevado a cabo de lo puesto en papel no parece ni de lejos suficiente, ya que seguimos teniendo en nuestra comunidad autónoma uno de los índices más altos de todo el país. La tasa de suicidios es del 10,14 por cien mil habitantes, situándonos a la cabeza del territorio nacional, solo alcanzados por Asturias.

En estos momentos, no está muy claro  cuál  ha sido el impacto real  de la pandemia por covid-19 en la salud mental . Pero los y las que nos dedicamos a este campo ya venimos viendo desde hace meses que los problemas asociados aumentan de forma exponencial, estando los centros saturados de peticiones de ayuda (tanto en la sanidad pública como en la privada).

En la actualidad, cuando una persona decide pedir ayuda profesional, se va a encontrar con la imposibilidad de un sistema público que pueda dar respuesta a su necesidad. Hay un déficit enorme. España tiene una ratio de seis psicólogos/as por cada 100.000 habitantes.  Cuando en los países de nuestro entorno la ratio es de 18 por cada 100.000 habitantes. El triple que en España.

Un dato que deja claro el porqué de esa preocupación, es que las urgencias del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo han atendido tres veces más intentos de suicidio que en el 2019, antes de la pandemia, según el jefe del servicio de psiquiatría, José Manuel Olivares. «Y probablemente me quedo corto», asegura en una entrevista en La Voz de Galicia a principios de marzo de este año: «está lo que vemos y también lo que no vemos». No todo lo relacionado con el suicidio llega al hospital. Es un problema complejo del que no existen datos certeros. En el hospital atienden a diario varios intentos, pero saben que no todos llegan a urgencias. Olivares apunta a que han visto más casos en gente joven. «No es que sea masivo, pero sí empieza a ser frecuente y llama la atención». El psiquiatra dice que esto no es exclusivo de Vigo, pero aquí han constatado que pasa. El Cunqueiro es el centro de referencia para estos casos en todo el sur de la provincia. Y es posible que el fenómeno siga creciendo, ya que la crisis económica aparejada al covid de momento se ha ido conteniendo, gracias a los ERTE y también a los ahorros de las familias. Pero los psiquiatras no son optimistas sobre la situación, pues cada vez que hay una crisis económica la salud mental empeora masivamente.

Iria Miguéns es la portavoz de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias  hace un par de meses comentaba para El Confidencial  algo que concuerda con lo explicitado por el psiquiatra. “Estamos en un momento muy convulso y el estrés postraumático se ha triplicado durante el confinamiento y los meses posteriores con las restricciones, además de que se han incrementado las conductas típicas de patologías en salud mental, desde las adicciones hasta las intoxicaciones. Antes, en los servicios de urgencias podríamos detectar las alarmas previas a los intentos autolíticos, pero ya no llegamos. Es un fracaso del sistema sanitario a la hora de tratar a estos pacientes”, expresa la sanitaria. Además, Miguéns recalca que el estrés que han soportado los más pequeños y los jóvenes, con “constantes mensajes de muerte” les ha empezado a pasar factura.

No hay datos agregados en España de tentativas de suicidio, pero las cifras que se van conociendo evidencian esa subida entre los jóvenes. En el CRS (programa protocolizado de actuaciones asistenciales y preventivas de la conducta suicida de la Generalitat de Cataluña) se habla de un incremento del 27% en las tentativas de suicidios en niños y adolescentes en el último trimestre de 2020 y  La Fundación ANAR  (de ayuda a niños y adolescentes en riesgo) recibió un 145% más de llamadas por planes o intento de suicidio de menores en 2020 que en 2019.

Nel González, presidente de la Confederación de Salud Mental de España, habla estos días para el diario Público y también pone el foco en la adolescencia y en la juventud durante la pandemia. “Han visto cortadas sus relaciones sociales y se enmarcaron en una vida más individualista que tiene que ver con Internet. Han crecido las adicciones sin sustancias como al juego online o a la pornografía, pero también con la incertidumbre por el futuro o la precariedad que no permite embarcarte en un proyecto de largo plazo”, argumenta.

Pero este problema no recae exclusivamente sobre los y las más jóvenes. La urgencióloga del hospital madrileño Gregorio Marañón tilda de “terrible”, “desolador” y “aterrador” lo que están viviendo en su especialidad: “Las personas que intentaban suicidarse, en su gran mayoría, estaban diagnosticadas, dentro del sistema, pero ahora es diferente porque muchas de esas patologías han brotado durante el último año y no se han tratado a tiempo”.

La Fundación Española para la Prevención del Suicidio publica todos los años un informe desgranando la situación a nivel nacional con los datos del Instituto Nacional de Estadística. En abril publicaron los datos de 2019 (Cada día hay una media de 10 suicidios en el país. Uno cada dos horas y media. Fueron 3.671 en total). Para poder ver las estadísticas de 2020 habrá que esperar un par de años más. Asimismo, consideran que a día de hoy no hay datos suficientes para constatar un aumento de los intentos de suicidios, pero sí advierten: “El efecto del coronavirus va más allá de lo físico u orgánico y llega a lo mental debido a las restricciones impuestas. Eso conlleva un coste emocional y relacional que no se ha atendido, por lo que tarde o temprano tendrá que aparecer”, en palabras de Andoni Anseán, presidente de la Fundación.

Profesionales, familiares y asociaciones llevan años clamando en el desierto, pidiendo más inversión; una estrategia transversal a nivel nacional; un teléfono gratuito de ayuda de tres dígitos, como el 016 de la violencia de género; campañas de sensibilización; formación y capacitación en diversos ámbitos, no solo sanitario, también educativo, por ejemplo. Los medios que hay en la actualidad, como se puede ver echando un pequeño vistazo a los datos, se quedan más que cortos.

Eduard Vieta, jefe de Psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona, habla para el periódico EL PAIS y  anima a romper la espiral de silencio y el estigma: “Hay un tabú muy grande porque dicen que no hay que hablar del suicidio, pero no, no hay que censurarlo. Hay que mejorar la formación a todos los niveles y que en atención primaria pregunten por el tema: no hay que tener miedo a inducir a la idea, hay que preguntar con sensibilidad a la gente”. Pero también es preciso un cambio cultural. “Aún no somos conscientes de la magnitud del problema. Así, ¿cómo vamos a solucionarlo?”, se pregunta Andoni Ansean, psicólogo y presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio. La sociedad vive de espaldas al tema. Hasta que le toca de cerca. Y cuando toca cerca, La Organización Mundial de la Salud calcula que cada suicidio causa un impacto serio en al menos seis personas.
Javier Jiménez, presidente Honorario de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicido y Familiares y Allegados en Duelo por Suicidio (RedAIPIS), destaca que la atención de un psicólogo/a es clave y tiene que ser continuada y rápida. “No es normal que en algunas comunidades den citas para dentro de nueve meses o la media que es de tres meses. La gente no puede esperar tanto. Y no puede ser una cita al mes porque cuando pasa tanto tiempo, el profesional ya tiene que abrir el expediente para acordarse de esa persona. No puedes atender con calidad con las ratios tan altas de pacientes por profesional”, lamenta Jiménez para el diario Público.
 Si necesitas información sobre pautas para reconocer un posible intento autolítico, te recomiendo que leas un artículo que escribí hace unos años para dar visibilidad a este tema. Puedes leerlo AQUÍ

 

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