El Vaginismo es la dificultad de para realizar la penetración, debido a la contracción de los músculos del tercio inferior de la vagina.
En muchas ocasiones Vaginismo y la Dispareunia llegan a confundirse. La diferencia está en que mientras en el Vaginismo la penetración total no es posible, en la Dispareunia esta si se consigue pero se sufren muchas molestias.
Antes de entrar a explicar un poco más en que consiste el vaginismo, es importante remarcar que el dolor durante las relaciones sexuales con penetración no es normal ni debe permitirse, soportarse o aceptarse. Ya no solo por motivos obvios, sino porque también con la aceptación de este dolor solo conseguimos mantiener y/o agravar el problema.
Hay tantos TIPOS de vaginismo como mujeres lo sufran, ya que puede ser que la contracción se dé en cualquier situación que implique penetración, tales como el intentar introducir un instrumento ginecológico, un tampón, o un dedo, etc. o que solo se dé durante el sexo al intentar penetrar la vagina (con el pene o un juguete sexual).
De la misma forma, las CAUSAS que lo provocan son muy dispares. Por un lado, podemos hablar de causas físicas (donde puede ser que la contracción de la vagina sea un mecanismo de defensa ante malestares provocados por endometriosis, una inflamación pélvica, tumores, hemorroides, infecciones, etc.)
Sin embargo resulta mucho más frecuente que su origen sea debido a circunstancias psicológicas y psicosociales, estando generalmente vinculado a experiencias de miedo y culpabilidad. Por lo tanto aquí la causuistica puede se amplísima y puede ir desde el desconocimiento de cómo funciona la propia anatomía, el miedo (al dolor que pueda causar una penetración, al embarazo, a perder la virginidad o el control de la situación durante las relaciones sexuales). También puede darse por ansiedad fruto de una educación sexual restrictiva y censurada o basada en hacer ver el sexo o los genitales como algo sucio e impuro. Otra causa suele ser el haber vivido experiencias durante el coito traumáticas o dolorosas en el pasado. Pero también puede ser debido a un parto, o a la desconfianza hacia la pareja o la baja autoestima respecto al propio cuerpo.
Así pues, el TRATAMIENTO que se lleve a cabo será diferente para cada caso, aunque es importante que se haga de manera multidisciplinar, ya que los mejores resultados se obtienen cuando la ginecología, la psicología, la sexología y la fisioterapia se unen.
Por lo tanto se debería empezar por acudir al ginecólogo para descartar dolencias físicas.
Después iniciar una terapia psicosexual para trabajar tanto los miedos, traumas, la ansiedad y el estrés, así como recibir información y educación sexual para conocer y aprender a controlar nuestro cuerpo.
Dicho el proceso ha de ser gradual, pudiendo empezar por la propia autoobservación visual y continuando con la exploración táctil de la zona genital. Posteriormente se puede proceder al uso de dilatadores.
El entrenamiento muscular es otro de los tratamientos más comunes en el vaginismo (la realización de técnicas de control de los músculos pélvicos, aprendiendo a contraerlos y relajarlos, aumentando el tono muscular y el control de la zona pélvica). De este modo la paciente puede tener una mayor sensación de control y emprender la actividad sexual con mayor seguridad. El entrenamiento del músculo pubocoxígeo de los ejercicios de Kegel suele ser el procedimiento más común.
Otro mecanismo que permite hacer frente al vaginismo es el uso de dilatadores vaginales. El uso de estos instrumentos, aplicados de una forma graduada, permite ir disminuyendo el miedo y la ansiedad ante la penetración, a la vez que se fortalece la musculatura pélvica. Se le pedirá a la paciente que se autoexplore, que pruebe a introducir sus dedos y vea qué sucede dentro de su vagina, y con la ayuda de lubricante, vaya poco a poco, a su ritmo, usando los dilatadores desde el menor hasta el de mayor tamaño, pasando de uno a otro solo cuando se haya dejado de sentir molestias.
Una vez hecho parte de la terapia individual, es esencial que, si existe una pareja, se haga terapia de forma conjunta. Teniendo en cuenta que nunca debe forzarse la penetración.
Para finalizar, es importante remarcar que la terapia psicológica no sirve sin el trabajo físico, pues incluso tras años de terapia puede que el cuerpo siga sin responder. Y el trabajo físico no funciona si la mente no está tranquila en esas situaciones, ya que muchas personas estando solas y teniendo ellas el control consiguen llegar a introducir el dilatador de mayor tamaño, pero su vagina vuelve a contraerse en el momento de acudir a una consulta ginecológica o tener sexo con penetración. Al igual que nada funciona si la pareja de la paciente presiona, condiciona, culpabiliza y no es un punto de apoyo y compresión.