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Hipocondría.

La HIPOCONDRÍA se caracteriza por una preocupación obsesiva respecto a la propia salud  en relación a tener o no una enfermedad determinada y por una tendencia a exagerar los sufrimientos, que pueden ser reales o imaginarios.Contesta las siguientes preguntas:

  1.  ¿Te sientes con frecuencia preocupado por tu salud?
  2.  ¿A menudo te inquieta poder tener una enfermedad grave?
  3.  ¿Visitas al médico con asiduidad y no le crees si te dice que «no tienes nada»?
  4.  La preocupación constante por tu salud, ¿te provoca tristeza o inquietud?
  5.  Si tienes noticia de una enfermedad grave a través de medios de comunicación, ¿te preocupa la posibilidad de tenerla?
  6.  ¿Examinas tu cuerpo a la más mínima molestia buscando síntomas que confirmen que estás enfermo?
Si has respondido positivamente a cuatro o más de estas preguntas, es problable que seas una persona con tendencia hipocondriaca y quizás te ayude el seguir leyendo.

 

El cuidado de nuestro cuerpo y las preocupaciones razonables por la salud son conductas adecuadas que sirven para prevenir diferentes enfermedades. Además, cuando se padece realmente una enfermedad, estas conductas son aún más adecuadas, siempre y cuando sean proporcionadas a la enfermedad padecida.

Lo que ocurre en la hipocondría es una desorbitada preocupación por padecer enfermedades que o no se tienen, o  que teniéndolas, no justifican semejante preocupación.

Las cavilaciones se basan en pequeñas sensaciones físicas vagas e imprecisas. Esta inmensa preocupación genera mucha angustia y suele llevar al descuido de diferentes actividades que la persona antes realizaba con normalidad (abandono del trabajo o del ocio, desatención a la vida de pareja por estar más centrado uno en sus propias sensaciones, etc.)

Los componentes esenciales de la hipocondría se pueden dividir en tres formas de respuesta:

Cognitivos:

  • Preocupación por el propio cuerpo y por padecer diferentes enfermedades.
  • Rumiaciones sobre síntomas, salud y enfermedad y sus consecuencias.
  • Autobservación excesiva de las funciones del cuerpo y tendencia a verlas como señal de enfermedad.
  • Más atención a las posibles consecuencias negativas, desoyendo los aspectos más saludables de uno mismo y de la vida.

Emocional-fisiológicos:

  • Ansiedad.
  • Temores sin correspondencia con el peligro real.
  • Cambios en el estado de ánimo.

Conductuales:

  • Hablar a propios y extraños de las varias dolencias y síntomas.
  • Búsqueda de información en diferentes fuentes (especialistas, internet otros enfermos/as, familiares, etc).
  • Autoobservaciones repetidas y manipulación de diferentes partes del cuerpo para comprobaciones diversas.
  • Aumento de las visitas a médicos/as y especialistas, y deterioro de las relaciones con éstos/as.
  • Disminución de otras actividades sobre todo las de buena salud y aquellas que implican responsabilidad social o laboral.

 

La persona hipocondríaca está muy metida en el rol de enfermo/a, es decir, centra la mayor parte de su vida en la vivencia de estar enfermo/a. Aunque la hipocondría como trastorno se clasifica independiente de la ansiedad y depresión, muchas veces aparece junto a ellas.

Esta coexistencia se explica por varios motivos. El estado  de ánimo negativo hace que nos centremos más en nosotros/as mismos/as. Lo cual lleva a interpretar sensaciones neutras como señales de peligro potencial de enfermedad. Así se vuelven más catastrofistas nuestras expectativas de padecer una enfermedad ( y lo que significaría padecerla).

Además también se ve aumentada nuestra atención a aspectos negativos de la vida, entre ellos a las enfermedades. Además de la tendencia  a recordar enfermedades que se padecieron en el pasado o que padecen otras personas.

Y no hay que olvidar que las propias emociones negativas pueden hacer aparecer síntomas físicos (la ansiedad, por ejemplo, genera palpitaciones, sudores, temblores, etc) que pueden ser vistos como enfermedad física si se desconoce su origen. O incluso pueden provocar problemas físicos reales (úlceras, psoriasis, cefaleas tensionales, hipertensión arterial, asma bronquial, etc).

Entre los factores que facilitan el inicio de los cuadros de hipocondría, suelen citarse los siguientes:

-Experiencias previas con efectos sensibilizadores (p.ej. conocimiento de errores médicos, familiares enfermos, padre o madre hipocondríaco/a…) y factores de aprendizaje en relación al propio cuerpo (fundamentalmente costumbres sociales en la expresión emocional de la enfermedad y las reacciones a ella, capacidad amplificada para percibir las propias reacciones internas, y fallos en la forma de afrontar situaciones estresantes).

-Formación de creencias erróneas sobre los síntomas, la salud y la enfermedad. Además de una atención selectiva a aspectos negativos y tendencia a confirmar estas creencias erróneas.

-La presencia de un incidente crítico externo (muerte de un familiar, información sobre una enfermedad cuyos síntomas uno cree padecer) o interno (estado de ánimo negativo) suele activar estas creencias y comportamientos arriba señalados, desencadenándose así los componentes característicos de la hipocondría.

 

Una vez iniciada la hipocondría, hay otros factores que contribuyen a su mantenimiento, entre ellos:

  • Continúas visitas a médicos y a especialistas, sin encontrarse causa física al problema, y sin explicación satisfactoria. Hay un grupo de pacientes hipocondríacos, sin embargo, que evitan sistemáticamente cualquier consulta o exploración médica por temor a que se les confirme la enfermedad temida.
  • Insistente búsqueda de información sobre enfermedades a partir de diferentes fuentes.
  • Rumiaciones sobre síntomas, salud y enfermedad y sus consecuencias.
  • Aparición de enfermedades reales que confirmen las creencias.
  • La persona centra la mayor parte de su vida en la vivencia de estar enfermo.
  • El abandono de interés y la falta de actividad llevan a atender más a las propias sensaciones.
  • Atención continuada a la persona y sus quejas por parte de sus conocidos.

En medicina esta enfermedad tiene un mala aceptación y entendimiento. La relación médico-paciente se va deteriorando. El o la paciente no está satisfecho con las explicaciones médicas en las  que le dicen que no tiene ningún problema físico o que es un/a enfermo/a imaginario/a.

Desde el punto de vista psicológico, una vez comprobado que hay un buen estado de salud, el foco de tratamiento pasa a ser las preocupaciones por la salud y las emociones y conductas asociadas. Los medicamentos no son efectivos, salvo en la medida en que reducen la ansiedad o el desánimo.

El tratamiento psicológico que más claramente ha demostrado su eficacia es el cognitivo conductual. Se caracteriza por ser básicamente educativo, se enseña al paciente, y a sus familiares si es necesario, nuevas formas de afrontar el problema y se les anima a que dejen de afrontarlo como hasta ahora hacían.

Además hay otros componentes específicos como son la relajación, la exposición a las propias sensaciones previniendo respuestas de evitación, reconsideración de los síntomas regulación del estado de ánimo y la ansiedad, análisis de errores en la atribución, programación de tareas y prohibiciones, etc…

Diagnóstico diferencial de la Hipocondría

El diagnóstico diferencial sirve para hacer una correcta valoración de una enfermedad con respecto a otras parecidas, con las que pudiera confundirse o solaparse. Es una valoración clínica que corresponde exclusivamente a los especialistas, en ningún caso a los pacientes. En muchos casos requiere de pruebas y exploraciones complementarias que han de solicitarse a los servicios médicos pertinentes en cada caso. En el caso la hipocondría el diagnóstico diferencial se hace respecto a:

*Enfermedad médica: explica completamente la hipocondría, y conlleva unas preocupaciones realistas en relación a la gravedad objetiva de la enfermedad.

*Síntomas somáticos en la niñez: Son normales en esta etapa y no se debe diagnosticar hipocondría a menos que haya preocupación prolongada por padecer una enfermedad grave.

*Preocupaciones por la salud en la vejez: son más realistas o bien se relacionan con un trastorno del estado de ánimo.

*Trastornos de ansiedad: en el trastorno por ansiedad generalizada puede haber preocupación por padecer una enfermedad grave, pero ésta es sólo una de las preocupaciones. Aunque en la hipocondría son posibles pensamientos obsesivos sobre la enfermedad y rituales asociados, en el trastorno obsesivo compulsivo las obsesiones y las compulsiones no se restringen a la enfermedad. Las preocupaciones hipocondríacas pueden desencadenar ataques de pánico, sólo se diagnosticará trastorno de pánico cuando estos ataques sean recurrentes e inesperados. En la fobia específica a las enfermedades la persona tiene miedo sobre todo a la posibilidad de llegar padecerá alguna enfermedad, en cambio en la hipocondría hay preocupación por padecerla ya. También se diferencia del trastorno de ansiedad por separación que se inicia en la infancia y en situaciones en que hay separación de personas importantes para el sujeto.

*Trastornos somatomorfos: en el trastorno dismórfico corporal la preocupación se centra en el aspecto físico (recordemos que esta distinción no la hace la CIE-10). En el resto de trastornos somatomorfos (trastorno de somatización, trastorno de conversión, trastorno por dolor y trastorno somatomorfo indiferenciado) también hay síntomas físicos pero no existe preocupación por padecer una enfermedad grave.

*Episodio depresivo mayor: puede haber preocupación excesiva por la salud física, pero se limita a los momentos en que la persona está deprimida.

*Trastornos psicóticos: en la hipocondría la creencia de padecer una enfermedad no llega a las proporciones de los delirios somáticos (p. ej. se puede aceptar que la enfermedad temida no exista, o que no se corresponda con la estructura del propio organismo).

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